Por qué? Y qué tiene todo esto que ver con la dichosa Mujer Maravilla? Pues bien, como lo analiza Julieta Lagomersino al estudiar el proceso del Self en Kohut:
"En términos económicos, si la tensión entre las ambiciones y los ideales está adecuadamente equilibrada, habrá suficiente energía disponible para la producción sana en los diferentes campos de acción de la vida."
Ambiciones e ideales. Campos de acción de la vida. El Self o el Uno Mismo. ¿Cómo se aproxima uno a la edad adulta, y sobre todo al Ser adulto? ¿Como ser uno mismo sin una identidad secreta, sin un mito disfrazado de realidad o viceversa?
Cito a Heinz Kohut en "La restauración del sí mismo"
"La penetración psicológica en estados mentales, sobretodo en las experiencias que marcan los comienzos mismos de una línea específica del desarrollo, siempre es precaria y no cabe duda que nuestras reconstrucciones están aquí particularmente expuestas al peligro de distorsión adultomórfica.
Estas consideraciones deberían bastar para hacernos desistir incluso de emprender ese viaje, de no ser por una serie de circunstancias que nos ofrecen una ayuda inesperada"
¿Esta ayuda pasó, pasa, pasará o constantemente sobrepasa?
Primero, felicidades y gracias por las reflexiones, que gusto un nuevo espacio para enriquecer ideas. Espero que lo que aquí escribo aporte algo, o que al menos haya entendido el centro de tu idea, ya aparecerán las correcciones si no.
ResponderEliminarMe quedo con tu pregunta haciéndome cascabel la cabeza toda la tarde: ¿Como ser uno mismo sin una identidad secreta, sin un mito disfrazado de realidad o viceversa? Y antes de contestármela habré de preguntarme si mis distinciones acerca de Kohut son lo suficientemente amplias que me permitan ver lo suficiente para poder explicarme ampliamente. Me respondo que no, no lo son aún, así que disculparán tú y tus seguidores del blog si por ignorancia digo algo que cause risa o al menos una sonrisa compasiva. En todo caso me digo a mi mismo (ya empezamos con eso) que valdrá la pena la risa, que buen remedio es cuando las preguntas que me hago no tienen respuesta suficiente, diría un santo que ante la duda siempre es bueno reírse de uno mismo.
Por que me cascabelea la pregunta es lo que quiero compartir, y como ya expliqué que en Kohut me declaro aprendiz, me remito a lo que conozco y espero que Will (Schutz) no venga a reclamarme, lo que es poco posible pero eso lo dejamos para discusiones metafísicas, que no son tema hoy. Ya que me sienta más preparado, o al menos más valiente, me meto con Heinz.
La pregunta la transformo, para respondérmela a mí mismo pues soy yo quien hoy trae el conflicto, a ¿Es POSIBLE ser uno mismo sin… Detrás del modelo teórico del Elemento Humano, Schutz proponía algunas ideas básicas. La primera de ellas es la Apertura: el gran simplificador. No hay necesidad de irse a los teóricos para verificar la fuerza de simplificación de la apertura, es más sencillo ver una telenovela mexicana. Todo el embrollo en que los personajes están envueltos se desata como madeja en manos de abuela hábil, cuando el protagonista se entera que no, No era cierto lo que te dijo Juana Alejandra, lo siento Ricardo Enrique, pero todo fue una mentira. Junto con la música angelical de fondo, tradicionalmente el ama de casa sabe que a partir de la aparición de la verdad ya nada será igual y que el final feliz, que no hablamos de Kafka sino de Televisa, se acerca, y será cosa simplemente de esperar a que aparezcan los adelantos de la siguiente telenovela. Lo que si es común, esto demuestra que alguna telenovela vi, y ya confeso el pecador dejemos fuera el penoso asunto, es que el televidente en la mayoría de los casos conoce la problemática que el pobre personaje de nombre compuesto no se entera, y, más comúnmente, aparece la pregunta en el enajenado: ¿Cómo es posible que este hombre no se de cuenta de lo que pasa a su alrededor? Y ahora que lo pienso, ¿no será que mi vida tiene un dejo de telenovela?
Antes de que se me reclame lo vulgar de mi exposición y empiece a dar vueltas, aclaro entender que no necesariamente para quienes ahora leen sea más fácil entenderlo con un ejemplo así de burdo, ya encontraré ejemplos más elevados. Profunda Simplicidad, decía W. Schutz, las soluciones más profundas son casi siempre las más simples.
Pues este señor presentaba en su modelo teórico tres dimensiones fundmentales: Inclusión (estar dentro o fuera, directamente relacionados con los sentimientos de significancia o insignificancia. Nuestras primeras relaciones son las de inclusión con el mundo), Control (estar arriba o abajo, relacionado con sentirme competente o incompetente) y Apertura (estar abierto o cerrado, mostrarme o no mostrarme a los demás, relacionado con sentirme agradable o desagradable para mí mismo y para los demás). De estas dimensiones, y de las relaciones primarias en las mismas, desprende Schutz el concepto del si mismo.
Vuelvo a la pregunta: Mi mismo, ¿puedes ser uno mismo sin una identidad secreta, sin un mito disfrazado de realidad o viceversa? Mi mismo me responde, Que preguntas me haces, Ricardo, es posible, y además de eso, es más allá de la identidad secreta donde se puede ser uno mismo, es en la desmitificación donde encuentro la respuesta a la pregunta que me hacer.
Cuando no me agrado a mi mismo, no me acepto o disfruto quien soy siento vergüenza de cómo me comporto, como me siento, mis impulsos, mis pulsiones y mis deseos son inaceptables, me escondo, dejo de mostrarme, al extremo que puedo esconderme a mi mismo aquello que no deseo ver, no me conozco y por tanto no me muestro, me cierro, incluso a mí mismo.
Hoy me contesto entonces que para poder ser uno mismo, uno (quien quiera que ese sea, este es el riesgo de la impersonalidad de la palabra) necesita el simplificador por excelencia. Vaya, no estoy diciendo que ahora vaya el tal Uno mostrándose a todos abierto como orquídea amazónica, poco práctico sería que don Uno procure todo el tiempo ser 100% abierto con el taxista, el mesero o al asaltante que le pregunta si trae más dinero. Lo que quiero decir es simple: Se puede ser uno mismo con una identidad secreta, con un mito disfrazado de realidad o viceversa, siempre y cuando esa identidad no sea secreta para uno mismo, y que uno mismo no se crea el mito con el disfraz de realidad, o viceversa. Creo además que ser uno mismo en aceptación, apertura, ejerciendo mi poder personal, estando presente (incluido) en el mundo, y mostrándome al mundo, es bastante más poderoso aún.
Abrazos.
R. Combariza